En su carta a los Efesios, Pablo alaba a Dios que es eterno e incontrovertible para nosotros. Dios es para nosotros y por nosotros. Tanto es así que Dios nos bendice, nos elige, nos adopta, nos selecciona, nos redime, nos perdona. En Efesios, Pablo ensalza a Dios que, en Jesucristo y las palabras de Stevie Wonder, dice a cada uno de nosotros para todos los tiempos: «Firmado, sellado, liberado, tuyo soy». No para que usemos a Dios para convertirnos en separatistas unos de otros o para darle autoridad a nuestros pequeños odios y estúpidos temores. Amado, Pablo engrandece a un Dios que nos redimió por medio de la sangre de Jesús, nos selló con el Espíritu Santo y nos liberó para que, como Dios nos dice, podamos decir a Dios: «Firmes, sellados, liberados, somos tuyos». Firmados, santos y sin culpa en el amor. Sellados, marcados como herencia de Cristo para siempre. Liberados, para amarnos el uno al otro.

Efesios 1: 3-14

El Reverendo Rhett Solomon, Parroquia de la Santísima Trinidad