Del Obispo Wright
Hermanos y hermanas en Cristo, al comenzar la temporada de PentecostĂ©s les escribo para hacer un anuncio sobre nuestra vida en comĂșn.
Cuando los CDC publicaron sus pautas del Covid mĂĄs recientes, respondimos con revisiones a nuestros protocolos Diocesanos ofreciendo canto coral, la distribuciĂłn de la ComuniĂłn en formas familiares y oportunidades para que los que estĂĄn completamente vacunados adoren sin mascarillas. En ese momento les dije que esas revisiones eran solo una respuesta inicial.
DespuĂ©s de una continua consideraciĂłn y consultas, escribo para anunciar que todos los protocolos Diocesanos de Covid se recomiendan enfĂĄticamente, pero ya no son obligatorios. De ahora en adelante, el clero, los lĂderes laicos y los equipos de trabajo especial del Covid de cada congregaciĂłn deben, como mĂnimo, cumplir directamente con las pautas de Covid de los CDC que incluyen, para aquellos que no estĂĄn completamente vacunados, utilizar mascarilla en espacios interiores para cualquier reuniĂłn y utilizar mascarilla al aire libre para reuniones grandes.
Con la excepciĂłn de ofrecer la copa ComĂșn, que todavĂa estĂĄ prohibida, el clero y los lĂderes laicos ahora tendrĂĄn plena autoridad para llevar a cabo el culto, los eventos de formaciĂłn y las reuniones en conformidad con los protocolos de los CDC. Para algunos, esta serĂĄ una buena noticia y para otros, provocarĂĄ ansiedad. Pero a mi criterio, despuĂ©s de catorce meses hemos alcanzado el punto de hacer este importante cambio.
AĂșn asĂ, aunque los datos de los CDC son una parte importante de nuestra decisiĂłn, no es la Ășltima palabra para el Cuerpo de Cristo. ÂĄLas pautas de los CDC para nosotros, los seguidores de JesĂșs, representan la altura del piso para nuestros entendimientos y compromisos, no la altura del techo! Para nosotros hay principios teolĂłgicos y un imperativo moral que guĂan cĂłmo vivimos unos con otros. En resumen, nuestro llamado es “… estimarnos unos a otros por encima de nosotros mismos” y “… respetar la dignidad de todo ser humano”. Fil. 2:3-5, LOC pĂĄgs. 304-305
Como su Obispo y Pastor Principal, continĂșo implorĂĄndoles que se equivoquen por el lado de la precauciĂłn y la comunidad sobre las libertades individuales de unos pocos. Les insto a que organicen campañas de vacunaciĂłn congregacionales entre sus miembros para que se vacunen lo antes posible. Los invito a seguir el ritmo de la adopciĂłn de este nuevo cambio al ritmo que sea mejor para su comunidad especĂfica. Y, les aseguro que no estĂĄn solos al emprender este trabajo. Sus colegas, asĂ como mi personal y yo, permanecemos a su lado como recursos y amigos.
Nuestro camino juntos durante mĂĄs de un año no ha sido difĂcil. Hemos perdido seres queridos. Ha habido aislamiento, miedo, desorientaciĂłn, incluso ira. Pero tambiĂ©n ha habido interdependencia, fe, generosidad e innovaciĂłn. Este fuego de Covid nos ha quemado, pero tambiĂ©n nos ha refinado.
Tenemos una inmensa deuda de gratitud con nuestro Equipo de Trabajo Especial Diocesano del Covid: la Dra. Jodie Guest, el Sr. Mike McAuliffe, la Rev. Caroline McGee y la Canon Alicia Schuster-Weltner. Les pido que se unan a mĂ para agradecer a Dios por cada uno de ellos y su disposiciĂłn a pararse en la complicada intersecciĂłn de la ciencia y la fe en apoyo de nuestro bienestar. Ellos seguirĂĄn siendo mis consejeros en los prĂłximos dĂas.
Finalmente, tanto los atletas profesionales como los recreativos entienden la frase “un segundo aire”. Se refiere a la capacidad de una persona para respirar libremente despuĂ©s de haber estado sin aliento. Se refiere a nuevas fuerzas y energĂas para continuar con algo que es un esfuerzo. Mi esperanza y oraciĂłn es que con este anuncio experimentemos nuestro segundo aire individual y colectivamente en el servicio de Cristo y nuestro prĂłjimo.
Les agradezco sinceramente sus oraciones y su colaboraciĂłn, especialmente estos Ășltimos catorce meses. Sepan que permanecen en mis oraciones.
En Cristo