I was born in a foundling home. (That’s Catholic Church speak for orphanage.) That may be why I think a lot about Jesus’ three stories of being lost and found: a lost sheep, a lost coin and a lost man.
Each story tells of a God that risks all, won’t rest and who runs towards the lost. These stories must inspire us to reach out to people in Christ’s name. Not as the spiritually smug, but as the thoroughly grateful for having been brought near and for no reason of our doing.
We hear too much in the Episcopal Church that “we don’t want to feel awkward or be like other denominations by sharing our faith.” But, it’s not a matter of denomination. The Bible, the Book of Common Prayer and our worship each Sunday put us in the world, with love for the lost.
This For Faith originally appeared on September 13, 2013
Para los Perdidos
Nací en una casa de expósitos. (En la Iglesia Católica es lenguaje para decir orfanato.) Por eso debe ser que pienso tanto en las tres historias de Jesús de estar perdido y encontrado: una oveja perdida, una moneda perdida y un hombre perdido.
Cada historia habla de un Dios que lo arriesga todo, que no descansa y que corre hacia los perdidos. Estas historias deben inspirarnos a que nos acerquemos a la gente en nombre de Cristo. No como seres espirituales petulantes, sino como gente profundamente agradecida por haber sido traídos cerca y no por razón de nuestro actuar.
Frecuentemente se oye decir en la Iglesia Episcopal que “no queremos sentirnos incómodos o ser como otras denominaciones al compartir nuestra fe.” Pero, no es un caso de denominación. La Biblia, el Libro de Oración Común y la adoración de cada Domingo nos pone en el mundo, con amor por los perdidos.
Este For Faith apareció originalmente en Septiembre 13, 2013