Decimos de nosotros mismos que estamos divididos. Ciertamente, la mayoría de los días se ve y se siente de esa manera. ¿Qué podría significar el ser iglesia en tiempos como estos? Significa, que cuando el mundo expresa división, nosotros decimos “cuerpo.” San Pablo nos da esa palabra e imagen para entender cómo debemos vivir los unos con otros, no como un medio de negar nuestro quebrantamiento, sino como un bálsamo de sanación para ello. El uso de la palabra cuerpo nos ayuda a comenzar a comprender nuestra interdependencia, que es el estado más saludable de la comunidad humana. Somos un cuerpo con muchos miembros, con únicos y diferentes dones, pero con la misma dignidad. Qué tonto y equivocado es que el pie le diga al ojo, “ya no formas parte de nosotros.” Puede sonar gastado para algunos, pero es una idea revolucionaria y transformadora forma de vivir. La verdad es que mientras y en cuanto hemos vivido esta noción, hemos caminado un paso más cercano al sueño de Dios.

Mateo 2: 1-12